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HACER MEMORIA

  • IEBC
  • 3 dic 2022
  • 4 Min. de lectura

POR ANALÍA VISA

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¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan el nombre de Cristo? (He 9:21), murmuraban algunas personas mientras el apóstol Pablo predicaba. Uno de mis testimonios predilectos de los que podemos leer en la Biblia es el de su vida, su conversión y su posterior ministerio. ¿Cómo recordaba lo ocurrido antes de su conversión? ¿Qué lugar ocupaba en su vida el haber sido un perseguidor de la iglesia al que incluso los mismos apóstoles inicialmente, aun después de convertido, temían? (He 9:26). Pablo hacía memoria, recordaba sus caminos. Hay algunas menciones a esta cuestión de las que tenemos registro:

Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio. Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí porque yo era un incrédulo y actuaba con ignorancia. Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. (1 Tim 1:12-14)


Pablo agradecía a Dios, hacía memoria de sus caminos, recordándolos y asumiendo la acción misericordiosa de Cristo en él. Hace unos días, en una clase, escuché hablar de un concepto que me gustó mucho, y que inspira en parte esta reflexión, y es el concepto de subjetividades rumiantes. Estas serían las formaciones subjetivas que vuelven, no una sino varias veces, a pasar por sus pensamientos y sus sentires, casi reviviendo, aquello ya ocurrido. El concepto me pareció tan necesario como desafiante e inmediatamente pensaba en cómo poder establecer un contrapunto entre las subjetividades rumiantes y el ejercicio de la memoria. La premisa de no ser rumiantes de las hostilidades (propias o ajenas) que alguna vez nos alcanzaron, puede ser un buen puntapié inicial para poner en práctica una memoria que nos contenga, nos fortalezca y no nos lastime, sino que saludablemente nos acerque a nuestro camino ya hecho para valorar lo que sucedió allí. Es decir, el no ser rumiantes de las hostilidades que alguna vez nos alcanzaron no implica el no hacer memoria, sino que supone el poder hacer una apuesta hacia adelante; así como Pablo, quien ejercita una memoria que se realiza al dedicarse con esmero a su ministerio, acompañando a distintas comunidades de fe y a diversos hermanos que estaban atravesando diferentes luchas. Pablo fue alcanzado por hostilidades que marcaron su vida, y aun así continuó e hizo memoria para dar testimonio del obrar de Dios en él, para dar cuenta de cuán grande es el Señor que lo rescató y le permitió vivir una vida diferente.


Sabemos que existe una memoria individual y también una colectiva, compartida por grupos, comunidades, sociedades, etcétera. También sabemos que cada fenómeno puede ser comprendido desde diversas ópticas. Por ejemplo, a los fines de pensar el transcurso del tiempo desde una perspectiva progresista no se suele hablar en términos de pasado, presente y futuro (esto siempre y cuando se usen las palabras a conciencia), sino más bien como un continuo. La intención aquí es establecer puentes entre lo sucedido y el porvenir, puentes que conecten ideas, personajes históricos, hechos, y así reconocer el devenir del tiempo dándole cuerpo a la historia y a la identidad nacional, regional o política, según corresponda. Por el contrario, en discursos ligados a la nueva derecha, la intención es cortar las conexiones con la historia presentando al tiempo como bloques contrapuestos: pasado, presente y futuro. Aquí entonces, no tiene sentido hacer memoria porque no existe tal cosa como un hilo conductor hacia atrás, es el discurso del “aquí y ahora”. Estas formas de entender el tiempo, la historia y la memoria que se dan en esferas políticas o estatales tienen también la intención de volcarse a la cultura, se establecen o buscan establecerse como formas de entender también la memoria y la historia personal. Es decir, cómo nos relacionamos con la memoria y la historia es un posicionamiento político y en tanto la fe forma parte de la cultura de los pueblos también es un posicionamiento teológico.

En suma, la invitación es a pensar la memoria como apuesta hacia adelante, pero ¿cómo hacerlo sin hablar de la esperanza? Según Pérez Esquivel [1], para poder construir la memoria debemos tener un sentido profundo de la esperanza y según Paulo Freire [2], ¿qué es esta sino optimismo critico? La esperanza supone un “darse cuenta” que nos libera, no de nuestro camino hecho ni de las dificultades que nos podremos encontrar más adelante, sino del pesimismo al que nos lleva muchas veces la razón para poder acercarnos a las posibilidades existentes de que algo distinto pueda suceder y así cambiar algo del mundo dado. En otras palabras, la invitación es a hacer memoria de los tiempos y lugares que habitamos alguna vez. Sin culpas ni rencores, sino extendiendo nuestra esperanza hacia adelante, abrazando nuestra historia para mirarla de cerca y agradeciendo a Dios por su fidelidad infinita.

[1] Entrevista a Adolfo Pérez Esquivel. Disponible en: https://www.educacionymemoria.com.ar/perezesquivel.

[2] La educación transformadora en el pensamiento de Paulo Freire. Educere, vol. 24, núm. 78, pp. 197-206, 2020. Universidad de los Andes. Disponible en: https://www.redalyc.org/jatsRepo/356/35663284002/html/index.html.

 
 
 

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