top of page
Buscar

¿HASTA CUÁNDO?

  • IEBC
  • 1 dic 2022
  • 3 Min. de lectura

POR ANGELLO REGGIO NETO


ree

En estos tiempos de pandemia, inevitablemente muchas interrogantes se han adueñado de nuestros pensamientos: ¿Cuándo puedo visitar a mis seres queridos? ¿Asistiré a la iglesia de manera habitual? ¿Volveré al trabajo o iré a la escuela? ¿Seguiremos con prisa cuando todo vuelva a la normalidad? ¿Qué estamos aprendiendo en estos tiempos de pandemia? Entre tanta incertidumbre, estas preguntas pueden agobiarnos y hacer que nuestra alma se canse, al sentir que no obtenemos respuestas y que no veamos salida a los problemas, allí es cuando más necesitamos hablar con Dios. He observado estos días que las personas están con prisa de volver a la normalidad, como por ejemplo, una madre de nuestra iglesia me dice que no soporta más los hijos en casa, que todo su tiempo transcurre en cocinar y limpiar la casa. La Biblia nos muestra la inquietud del rey David, quien también tuvo prisa y no quiso esperar: “Oh, Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh, Señor, mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré. No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: ¡Lo hemos derrotado! No dejes que se regodeen en mi caída”. (Salmo 13, 1-4) Es la naturaleza humana querer respuestas a todo. El rey David también estaba con el corazón apurado en una crisis de "cuánto tiempo". Su corazón estaba agitado, pero lo interesante es que mientras está hablando de su ansiedad, Dios le habló a su corazón: “Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado. Cantaré al Señor porque él es bueno conmigo”. (Salmo 13, 5-6) Hay un hermoso secreto que aprendemos aquí con David: si por un lado el ser humano tiene prisa; por otro lado, Dios nos enseña a confiar en su gracia y porque nos ha hecho todo tan bien. En estos tiempos de pandemia, tenemos que aprender a no quejarnos y a confiar en la maravillosa gracia de Dios, que nunca falla. Estos días de aflicción pasarán, de una manera u otra, porque si nosotros realmente nos convertimos en el Señor, muchas cosas nos sucederán: si es la voluntad de Dios llevarnos con Él al cielo, estaremos en sus brazos de amor, para siempre; por otro lado, si Dios nos permite vivir aún aquí en la tierra, tendremos un ministerio por delante para continuar Su obra en nuestras vidas. La pandemia terminará. Debemos aprender a esperar y regocijarnos por las grandes bendiciones que ya se han derramado.

En el salmo 13, David pregunta cuatro veces: ¿Hasta cuándo? Pero luego podemos notar que la oración de David no cambió a Dios, pero sí cambió la actitud del salmista. Este rey, luego de disfrutar la misericordia de Dios, ahora comienza a regocijarse en el Señor, cantando alabanzas y actuando tan bien como Él quiso. Cuando olvidamos todo lo que Dios ha hecho por nosotros, hay una tendencia a cuestionar sus caminos. Por eso, necesitamos estar en comunión con Él, para entender sus sendas, alegrarnos en su bondad y reconocer que "la leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ve, son temporales, pero las que no se ven son eternas". (II Corintios 4:17).

¿Hasta cuándo? ¿Qué hacer? Confiar en la gracia de Dios, día a día, porque me ha hecho bien. Tal como lo dice Mateo 6, 34: “Basta a cada día su propio mal". ¿Cuánto tiempo más de pandemia? Yo no lo sé, pero sí sé que “Pacientemente esperé en Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor”. (Salmo 40, 1) Y así, como el rey David, cantaré y me regocijaré en el Señor.

 
 
 

Comments


bottom of page