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MISERIA Y MISERICORDIA

  • IEBC
  • 1 dic 2022
  • 4 Min. de lectura

POR GUSTAVO RAMÍREZ


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Las prácticas de Jesús siempre fueron cuestionadas por el liderazgo religioso de la época, a tal punto que fueron motivo de controversias. El Maestro consideró que la religión, tal como se comportaba en aquel momento, era una forma de opresión. Por eso, Él criticó a los religiosos de la época por hipócritas. A pesar de esto, Jesús miró con amor y misericordia y todas sus enseñanzas fueron y siguen siendo inherentes a la vida.


En el Evangelio de Juan, capítulo 8, nos encontramos con una historia que nos interpela y cabe preguntarnos: ¿Qué cosas son las que más condenó y criticó Jesucristo en los demás? ─ Maestro: Esta mujer ha sido detenida por adulterio, sorprendida en el acto. En la Ley, Moisés nos manda a apedrear a tale mujeres. ¿Qué dices tú sobre esta situación? Los escribas y fariseos habían premeditado desacreditar a Jesús y con esta pregunta creían intimidarlo, sin salida alguna. Ante este tipo de situaciones legales difíciles, la costumbre era presentársela a un rabino para que decidiera.


Desde el punto de vista de la Ley Judía, el adulterio era un grave delito. Los rabinos sentenciaban: “Un judío tiene que morir antes que cometer idolatría, asesinato o adulterio”. Este último era considerado uno de los pecados más graves, y se castigaba con la pena de muerte, en diferentes modalidades de ejecución. (Levítico 20:10; Deuteronomio 22:23-24).

El dilema en que pensaban exponer a Jesús era el siguiente: Si decía que la mujer tenía que ser apedreada, tendría dos consecuencias. La primera, Él perdería su reputación de piadoso, y ya nunca se le llamaría “amigo de los pecadores”. La segunda, que entraría en conflicto con la Ley Romana, prohibía a los judíos dictar y ejecutar sentencia de muerte. Por otra parte, si decía que había que perdonar a la mujer, dirían inmediatamente que Jesús enseñaba a quebrantar la Ley de Moisés, que estaba condonando y hasta fomentando el adulterio.

Los escribas y fariseos creían que Jesús no se les podía escapar de la trampa; pero Él le dio la vuelta al juicio, de tal manera que hizo recaer la acusación contra los acusadores. Jesús les dijo: ─ ¡Está bien! ¡Apedreadla! ¡Pero el que de ustedes esté sin pecado sea el que tire la primera piedra! Puede ser que la palabra “sin pecado” no implique “no sin pecado”, sino “sin deseo pecaminoso”. Entonces, el Señor Jesús estaba diciendo: “Sí, la pueden apedrear, pero sólo si nunca han deseado cometer ustedes el mismo pecado”. Se hizo silencio, y lentamente los acusadores fueron desapareciendo. Así como afirmó San Agustín: ─ “Quedaron solos una gran miseria y una gran misericordia”. Jesús le preguntó a la mujer: ─ ¿No te ha condenado nadie? Ella contestó: ─ Nadie, Señor. Y Jesús le respondió: ─ Entonces, yo tampoco te voy a sentenciar ahora. Ve, y empieza tu vida de nuevo y no peques más.


Los escribas y fariseos eran expertos legales de su tiempo. Para ellos, los problemas se resolvían con una decisión; su autoridad era característicamente crítica, censora y condenatoria. Concebían que su función les daba el derecho de estar por encima de todos los demás como severos guardianes, para detectar cualquier desliz o desviación de la ley, y lanzarse sobre los culpables con un castigo salvaje e implacable. Nunca se les ocurría pensar que su autoridad supiera la obligación de rehabilitar al ofensor. La actitud de los escribas y fariseos se ve reflejada en esta escena. No miraban a esta mujer como la persona que era, sino como un objeto, como un instrumento del que se podían valer para formular una acusación contra Jesús. La estaban usando como se podría usar una herramienta para cualquier trabajo. Para ellos, no tenía nombre, ni personalidad, ni sentimientos. Esta escena evidencia claramente los principios de Jesús y de su actitud hacia los pecadores. Uno de estos era que solo la persona que fuera sin falta, podría emitir un juicio sobre las faltas de otros. “No juzguen – dijo Jesús –, y no se expondrán al juicio” (Mateo 7:1) Otro fundamento cristiano es que nuestra primera reacción hacia alguien que ha cometido un error debe ser la compasión.


Es muy importante que comprendamos cómo el Maestro trató a aquella mujer. La actitud de Él hacia el error implica:

  • Una segunda oportunidad: Él siempre está amorosamente interesado, no solo en lo que una persona ha sido, sino en lo que puede llegar a ser.

  • Implica compasión: Jesús perdonó con mucha compasión nacida del amor; mientras que los escribas y fariseos solo querían condenar.

  • Implica desafío: Él no le dijo a la mujer: “Está bien; no te preocupes, sigue viviendo como hasta ahora”. Todo lo contrario, le expresó: “Está mal; sal de donde estás y emprende una vida mejor”.

  • Implica creer en la naturaleza humana: lo maravilloso y altamente alentador era la fe que Jesús tenía en las personas. Sus métodos no consistían en apabullar a las personas con el conocimiento que ya tendrían de sus propias miserias, sino inspirarlas con el descubrimiento insospechado de que eran santos en potencia.


 
 
 

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