UN RESPIRO
- IEBC
- 3 dic 2022
- 3 Min. de lectura
POR CAROLINA GARCÍA

Cuando volvemos a mirar lo que alguna vez dimos por sentado, pueden abrirse algunas nuevas luces. A veces, ni siquiera hace falta hacer preguntas porque tan solo el dirigir la atención, nos interpela. En un amplio sentido, damos por sentado muchas cosas, tantas, que no nos damos cuenta.
En estos tiempos, en los que la circunstancia de la pandemia nos obliga a volver a mirar cotidianos, vivencias, memorias, relaciones y hasta nuestros propios cuerpos, vale la pena poner atención a algo tan animal, fundamental y a fin de cuentas, divino: la respiración.
Recibí una llamada de México. Mi hermana pedía ayuda desde una sala de urgencias. Cuando no supe más que decir, nos enfocamos en una sola cosa: la respiración. En medio de uno de los momentos más difíciles que hemos compartido, respiramos juntas. Pusimos atención al aire, el ritmo, la persistencia, el efecto de la vida. Y la vida misma: respiramos.
Sobra ilustrar por qué estamos en duelo. Hay pérdidas directas, otras indirectas. Nos duele también quienes están dolidos. Y nos condolemos cuando nos reconocemos parte de otros y asumimos a otros como parte de nuestra vida. En ese duelo, que también es una forma de estar juntos, pongamos el enfoque en la respiración como un paso directo al agradecimiento. Ese que también es signo de vida.
“¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah” Salmo 88:10
Respiramos porque hay aliento de vida. Y si podemos dirigir nuestra atención al acto de respirar, que nos viene en “automático”, podemos también partir del eje del agradecimiento básico de estar vivos.
Estamos vivos porque creemos que la vida nos fue dada. Que el mismo que creó todas las cosas por su palabra, nos dio vida. Que vivimos porque tenemos un cuerpo que fue formado de otro cuerpo, entre otros cuerpos, en una historia, con el sustento de quien es Señor de la historia. Respiramos y nos asumimos parte de todo lo que respira. Animales, plantas, el planeta. Nos asumimos creación y podemos otra vez recordar a Dios que nos sustenta y provee.
Y ante lo vivo y su Creación, recordamos que Dios es Bueno. Dios es todo ternura y su amor no tiene fin.
Quede en cada respiro el agradecimiento, el siempre-gracias por estar vivos; por tener todavía la posibilidad del tiempo para buscar el reino de Dios, lo que permanece para siempre, lo que nos da más que abrigo y comida (Mateo 6:33), la Vida que es Jesucristo.
Salmos 136
Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
Den gracias al Dios de dioses;
su gran amor perdura para siempre.
Den gracias al Señor omnipotente;
su gran amor perdura para siempre.
Al único que hace grandes maravillas;
su gran amor perdura para siempre.
Al que con inteligencia hizo los cielos;
su gran amor perdura para siempre.
Al que expandió la tierra sobre las aguas;
su gran amor perdura para siempre.
Al que hizo las grandes luminarias;
su gran amor perdura para siempre.
El sol, para iluminar el día;
su gran amor perdura para siempre.
La luna y las estrellas, para iluminar la noche;
su gran amor perdura para siempre.
Al que hirió a los primogénitos de Egipto;
su gran amor perdura para siempre.
Al que sacó de Egipto a Israel;
su gran amor perdura para siempre.
Con mano poderosa y con brazo extendido;
su gran amor perdura para siempre.
Al que partió en dos el Mar Rojo;
su gran amor perdura para siempre.
Y por en medio hizo cruzar a Israel;
su gran amor perdura para siempre.
Pero hundió en el Mar Rojo al faraón y a su ejército;
su gran amor perdura para siempre.
Al que guió a su pueblo por el desierto;
su gran amor perdura para siempre.
Al que hirió de muerte a grandes reyes;
su gran amor perdura para siempre.
Al que a reyes poderosos les quitó la vida;
su gran amor perdura para siempre.
A Sijón, el rey amorreo;
su gran amor perdura para siempre.
A Og, el rey de Basán;
su gran amor perdura para siempre.
Cuyas tierras entregó como herencia;
su gran amor perdura para siempre.
Como herencia para su siervo Israel;
su gran amor perdura para siempre.
Al que nunca nos olvida, aunque estemos humillados;
su gran amor perdura para siempre.
Al que nos libra de nuestros adversarios;
su gran amor perdura para siempre.
Al que alimenta a todo ser viviente;
su gran amor perdura para siempre.
¡Den gracias al Dios de los cielos!
¡Su gran amor perdura para siempre!
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